En la vida humana a veces es difícil reconocer este principio, uno cree que hay cosas que se mueven y cosas inmóviles. Evidentemente el principio no tiene que ver con lo que podemos de percibir a pleno ojo. La ciencia actual nos dice que todo en verdad esta en movimiento, a nivel atómico existe un constante y rapidísimo vaivén de los átomos y por supuesto de los electrones de cada átomo. A un nivel micro observamos que las cosas vibran.
Coloquialmente pensamos que las cosas se mueven como los autos y los aviones, pero ¿que hay de nuestras vidas? ¿No es cierto como hemos navegado de un lado a otro? Y no me refiero al movimiento físico, que hay de nuestras emociones?, por cuantos estados de animo pasamos durante un día, una semana, un año?
Física, emocionalmente, mentalmente pasamos de un lado a otro. Para fraseando a buda, el cambio es lo único constante… pero nos resistimos nos encanta creer que vivimos estables y nos esforzamos por construir una sociedad con reglas estáticas, con casas y muros y economías y trabajos y queremos controlar el caos metiéndolo dentro de un balde de agua. Recuerdo de mis enseñanzas cristianas aquel relato donde un hombre sabio caminaba por la playa y observaba a un niño tratar de meter agua de mar en un posito que había hecho y que al cuestionarlo el hombre le decía que era imposible meter toda el agua del mar en aquel lugar… a lo que el niño le respondió que era lo mismo que el trataba de hacer al tratar de comprender la naturaleza de Dios… Pues algo similar ocurre aquí construimos una estabilidad sobre castillos de arena. Nuestras sociedades futuras deberán de contemplar que el cambio es lo único constante y que ha sido eso (la adaptación al cambio) lo que nos ha permitido sobre vivir durante miles de años y no las murallas y los misiles.
Podemos recorrer así cada plano, físico, mental, emocional, espiritual, y nos daremos cuenta que el cambio esta presente siempre y que en todos estos planos tomamos decisiones y las decisiones de otros nos influyen también. El Zen nos dice que sigamos el movimiento, que sigamos el flujo de la vida.
Osho cuenta muchas historias en sus libros, y hay una que es increíble. Dice así: Una tarde, hallándose Shichiri Kojun recitando sutras, un ladrón entró en su templo, armado con una afilada espada, y le pidió la bolsa o la vida.
“No me distraigas”, le dijo Shichiri. “Encontrarás el dinero en ese cajón”. Y reanudó la lectura.
Poco después interrumpió la recitación y llamó al ladrón. “No lo cojas todo. Necesito algunas monedas para pagar mañana los impuestos”.
El intruso metió en sus bolsillos la mayor parte del dinero y se dispuso a irse. “Da las gracias cuando recibas un regalo”, añadió Shichiri. El hombre así lo hizo, y acto seguido escapó.
Algunos días más tarde, el ladrón fue detenido y confesó, entre otros, el robo perpetrado en el templo de Shichiri. Al ser requerido como testigo, declaró: “Este hombre no es un ladrón, al menos en cuanto a mí concierne. Yo le di el dinero y él me dio las gracias por ello”.
Una vez cumplida su condena en la prisión, el hombre fue a ver a Shichiri y se hizo su discípulo.
“No me distraigas”, le dijo Shichiri. “Encontrarás el dinero en ese cajón”. Y reanudó la lectura.
Poco después interrumpió la recitación y llamó al ladrón. “No lo cojas todo. Necesito algunas monedas para pagar mañana los impuestos”.
El intruso metió en sus bolsillos la mayor parte del dinero y se dispuso a irse. “Da las gracias cuando recibas un regalo”, añadió Shichiri. El hombre así lo hizo, y acto seguido escapó.
Algunos días más tarde, el ladrón fue detenido y confesó, entre otros, el robo perpetrado en el templo de Shichiri. Al ser requerido como testigo, declaró: “Este hombre no es un ladrón, al menos en cuanto a mí concierne. Yo le di el dinero y él me dio las gracias por ello”.
Una vez cumplida su condena en la prisión, el hombre fue a ver a Shichiri y se hizo su discípulo.
Imaginen tener esa voluntad, esa paz mental para permanecer así inmune ante la adversidad. Pero Shichiri no solo domino por completo la situación, sino que la aprovecho, del dio la vuelta, cambio con ella y cambio a los demás con ella. El Zen no es pura aceptación sumisa y aberrada. Es la transformación de nuestra realidad.
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